lunes, 30 de junio de 2008

Basado en hechos reales.

Sólo se me ocurre a mí encender el televisor a las cuatro de la tarde de un fin de semana. Horror es una palabra que dista mucho de llegar a definir por completo la sensación que me embargó viendo la película de sobremesa de Antena 3.
No era Atrapada por su pasado, que no sé si existe pero tiene madera de clásico. Se trataba de una película de un hombre que, harto de su suegra, decide eliminarla sin dejar rastro. Cometido encomiable, por otra parte, pero tratado de una forma deleznable por un realizador franco-suízo-alemán y con unas interpretaciones que harían que a su lado hasta Jennifer Love Hewitt pasase por la Sarah Benhardt del siglo XXI.
Estas películas, además de instructivas y soporíferas, aportan una visión complementaria al día a día. La mayoría dicen estar basadas en hechos reales, que digo yo, a ver de dónde sacan semejantes historias, pero ya lo decía Oscar Wilde: es la vida la que imita al arte. Aunque yo quisiera saber qué tipo de arte es este que imitan en estas películas, tipo La sombra del destino, Cuando la muerte se llama Laura o Luna de miel amarga. Por poner tres títulos más que posibles.
Recuerdo mi infancia, con mi bisabuela, viendo telenovelas que al lado de esto parecen los folletines de Alejandro Dumas, por hacer una analogía. Recuerdo también largas horas descifrando quién era el hijo de quién, preguntándome qué sería aquello que ocultaba la tía sorda y ciega que al final resultaba ser el hermano mutilado de la protagonista; o aquellos momentos en los que mataban a un personaje principal, que luego salía en el Hola contando su próximo proyecto en una película con Lorenzo Lamas.
Además, invariablemente, estas películas de tarde terminan todas igual: la chica con el chico nuevo que si puede ser policía mejor que mejor, la mala o malo arrestados delante de un grupo de gente que se queda perplejo ante tanta maldad oculta, los personajes secundarios desaparecen en el tercer acto y nunca más se sabe de ellos, pero tampoco importa.
Después, antes de los créditos, nos cuentan cómo acabaron, ya que está basada en hechos reales: John Wittgenstein cumple condena en la penitenciaría -allí nunca dicen cárcel- del estado de Michigan; Ralph Emmerson se mudó a Kansas donde compró una granja y fundó una familia; Rick Patterson y Elsie Röhmer se casaron y siguen viviendo en Creeck Falls, donde han criado a tres hijos. Ella, por las noches, sigue teniendo miedo...
Y ahí pienso que, probablemente, yo esta noche también tenga miedo sólo de pensar en lo que pueden poner el sábado que viene.

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