domingo, 1 de febrero de 2009

Glamour. Charme. Fashion.

Si todavía hay algún iluso que ponga la mano en el fuego por el cine español probablemente se quedará manco en menos de lo que tarda Carmen Machi en cambiarse el vestido con el que presenta la gala de los Goya.
En esta ocasión la corriente dominante está siendo el victimismo desaforado. Todos se quejan de la falta de presupuesto del cine español -dos palabras que pueden ser tan sinónimas de garantía como "cárcel turca"- y del acoso constante de la piratería, que pone en un brete al buen hacer de los cineastas nacionales y hace peligrar la producción autóctona.
Vamos por partes, queridos míos.
Personalmente, entiendo que haya gente que se sienta ofendida después de pagar 5 euros -reconozco que vivir en provincias tiene sus ventajas- es torturada durante dos horas y media. ¿Masoquistas? Los hay, pero no son mayoría. Y digo esto porque hace algún tiempo quedó bien claro lo que pienso sobre cosas como Los girasoles ciegos.
Segundo punto. Lo de la piratería tiene que ver directamente con lo anterior. Supongo que la gente está harta de abortos fílmicos pretenciosos y pedantes, que se repiten una y otra vez como el águila que devoraba el hígado de Prometeo. En estos casos uno decide buscar por páginas web de dudosa moralidad los productos por los que no va a pagar pero que no le impota ver. Personalmente diré que tampoco lo entiendo demasiado, porque no me cabe en la cabeza que alguien esté dispuesto a esperar a que bajen los 700 o 1400 megas que ocupa el dvdscreener de turno.
Tercero. En cuanto a lo del bajo presupuesto del cine español... dejen que me ría. No digo que no sea cierto, pero la gente se olvida de que el cine es un comercio, y como tal debería vender un buen producto para que la gente lo vea. Se quejan los productores de que no se va a ver cine español, culpando al público -al no público, en este caso- de ser estulto, protervo y anaflabeto fílmico por no apreciar la exquisita calidad y factura que ponen los directores en sus proyectos. Alguien, algún desaprensivo y estúpido retrógrado sin duda, dirá "que hagan películas buenas y la gente irá a verlas". Yo entiendo bien a los directores y productores. ¿Qué pretenden?¿Hacer las películas al gusto del consumidor? Para ellos están las subvenciones del estado, que gracias a lo que se invierte permite a unos cuantos amigos escribir un guión, rodar su asunto y si no se estrena, pues mira, ahí está, para tener algo que contarle a los nietos.
Viendo la gala del cine por excelencia a uno se le abre la boca. No por lo bien hilados que están los chistes, ni por la elegancia natural de los actores españoles. Ni siquiera por los discursos de agradecimiento, sentidos y con alguna lágrima oportuna. Tampoco por lo inesperado de los premios, que siempre nos sorprenden.
A uno se le acaba abriendo la boca de aburrimiento y asco, de incredulidad ante tanta vulgaridad y a veces de pura ira e impotencia. Es decir, un perfecto homenaje al cine que premian.