viernes, 31 de octubre de 2008

Asombrosa Gracia.

Lo del hermano de Benedicto clama -ligeramente- al cielo. Salió en todas las noticias: para la celebración del cumpleaños del mayor de los Ratzinger se ha organizado un concierto de Mozart en la Capilla Sixtina, que costará unos 100000 euros y contará con músicos llegados de Austria y Alemania. A ver si no de qué va a servir tener un hermano papa, digo yo.
Se ha criticado el derroche que supone dejarse 16 millones de las antiguas pesetas para celebrar el aniversario de un cura, que por otra parte pasaría sin pena ni gloria de no ser porque su hermano es -y se dice pronto- el vicario de Cristo en la tierra. Se ha dicho que en esta época de crisis es un despilfarro, y aunque Juan Manuel de Prada lo haya justificado como gasto necesario para la liturgia la verdad es que el asunto huele, y de lejos.
No me preocupa especialmente el hecho de que sean 100000 euros, que al fin y al cabo es una minucia si lo comparamos con lo que puede gastarse la administración pública en asuntos de protocolo y visitas institucionales. Lo que me indigna es que una organización como es la Iglesia, que predica unos postulados de amor y caridad, decida gastarse esa cantidad en algo tan trivial como un cumpleaños. Bien es cierto que uno no espera que en una celebración de este tipo se conformen con poner unos sandwiches de Nocilla y unas botellas de Fanta para los fieles que esperen en el Aula Pablo VI, pero de ahí a montar esta parafernalia media un mundo.
Ahora bien, también tengo que decir que bravo por estos tipos. Por lo menos en cuestión de buen gusto van sobrados, y todos sabemos que en la Iglesia post Vaticano II eso es algo que escasea. Lo normal sería que viniera una monjita con una guitarra y unos dicharacheros jóvenes del Opus Dei a cantarle, como hicieron con Juan Pablo II cuando estaba en el hospital poco antes de morir -lo cual, probablemente sirivió para acelerar el fatal desenlace-.
Mozart en la Capilla Sixtina con una orquesta de más de 100 músicos. Si lo piensan bien, es impresionante.

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