domingo, 3 de agosto de 2008

Políticamente correcto.

Aunque comencé este blog con un marcado carácter frívolo, hablando de cosas como el buen gusto, el estilo, y sobre todo, la falta de ellos -que, no nos engañemos, es lo que más juego podría darnos- hoy creo que tengo que poner mi particular pica en Flandes respecto a ciertos asuntos de la muy noble USC y la reforma del plan de estudios de Historia del Arte.
Les pondré brevemente en antecedentes. Historia del Arte es una titulación propia e independiente, en la que se matricula gente que, vaya a saber usted por qué, está interesada en el asunto. No se trata de Económicas o Derecho, donde el 80% del estudiantado no es vocacional, sino rebotado de otras carreras, bachilleratos mixtos e hijos de abogados o economistas. En Historia del Arte los alumnos sienten y viven lo que estudian -no dudo que algún abogado también- y viven para el Arte.
El Arte, con mayúsculas, que toda la vida se ha considerado uno de los bienes mayores de la humanidad junto con los avances científicos, y que, para pasmo de alguien que no conozca el ambiente de Facultad, no da tiempo a explicar dado las exigencias del programa y la temporización de los cuatrimestres.
Me explico:
Tenemos una asignatura de Arte Moderno anual, es decir 8 meses, en la que se nos da un cuatrimestre para explicar el Renacimiento y otro para el Barroco. Dos de los períodos más importantes, con más obras y nombres de artistas de toda la Historia, en 8 meses. El resultado es que los profesores nunca llegan a Miguel Ángel, sólo a marchas forzadas y con calzador pueden deslizar alguna imagen de la Capilla Sixtina y con suerte, la Piedad aparece de refilón.
Tres cuartos de lo mismo pasa con Rembrandt. La única pintura barroca que se enseña, porque da tiempo, es la de Caravaggio, que tampoco es moco de pavo.
Hay más ejemplos como el de Arte Moderno: Medieval, Contemporáneo... eso sí, gracias al excelente plan de estudios vigente, tenemos tres asignaturas -sí, tres, como tres soles- dedicadas al Arte Gallego. No es por ser reaccionario, pero si alguien se pasea por el Museo do Pobo Galego y contempla las pinturas de Gregorio Ferro sabrá el porqué de mi indignación.
No nos engañemos, el Arte Gallego tal y como lo entienden los profesores es el arte penoso y aletargado de una región que está donde Cristo dio las siete voces, por algo le llamaron el Finis terrae. Y los pintores y escultores gallegos, como mucho, podrían defenderse a modo de curiosidad -algunos ni siquiera eso- por lo malo, pésimo incluso, de su obra. Eso sí, como es lo que vende y a lo que se dedicaron la mayoría de nuestros santos profesores cuando estudiaban en esas mismas aulas en las que ahora nos torturan, tenemos que pasar por el aro y comulgar con ruedas de molino diciendo que Dionisio Fierros fue un pintor como la copa de un pino. Así, echando cuentas, le dedicamos al asunto un total de aproximadamente nueve horas semanales, todo el arte gallego concentrado en el primer cuatrimestre del tercer curso, que es ya de por sí prueba de fuego y auto de fe que pone en peligro la continuidad de más de uno en la carrera.
Y todo esto venía a colación porque en el borrador del plan Bolonia que nos afecta, el Arte Gallego iba a ser una asignatura optativa -ya vi el cielo abierto, si no para mí, sí al menos para las generaciones futuras-, pero como siempre hay un grupo que manda y tiene la sartén por el mango, al final es asignatura obligatoria, quedando relegadas asignaturas como Historia del Urbanismo o Ideas Estéticas, que al fin y al cabo son asunto baladí en cuestión de Historia del Arte.
¿A quién le importa la evolución de toda la filosofía que se ha encargado de discernir los asuntos de la Belleza? ¿Qué más da lo que pensaba Kant, si su filosofía no dejó ningún rastro en la obra de José Cancela, ese ilustre ejemplo de pintor gallego? ¿Para qué diablos vamos a explicar a Nietzsche, que ya cuesta horrores escribir el nombre correctamente bajo la presión del examen, si podemos centrarnos en Manolo Paz, que es mucho más fácil de escribir y sus esculturas son mucho más grandes?
Y así, con tremendo dolor de corazón pensando que esto no lo arregla ni San Pedro bajado del cielo, ni Teresa de Calcuta resucitada, mientras haya semejante caterva de profesores, cuervos interesados y políticos chupatintas que no han leído un libro en su vida. La cosa seguirá yendo a trancas y barrancas, pero ni todos los Cancela del Río, los Ferro Requeijo, los Fierros y los Gambino del mundo podrán hacer que reniegue del Arte.

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