sábado, 15 de noviembre de 2008

Humoradas.

El otro día, en un ataque de inconsciencia o masoquismo, vaya usted a saber, me dio por cambiar de canal y ver 59 segundos, donde estaban entrevistando a Esperanza Aguirre. Entre monólogo y monólogo, uno de los contertulios se desmarcó de la tónica dominante y no le preguntó sobre economía -asunto del que, por cierto, la Presidenta de la Comunidad de Madrid parece enterarse muchísimo- y sacó el tema de Afganistán.
Oportunista, quizás, pero la respuesta de Esperanza fue antológica. Para justificar la presencia de las tropas españolas y una guerra en esa zona, aportó datos históricos remontándose, nada más y nada menos, a Alejandro Magno.
Ya sabemos que desde la época de Alejandro Magno es una zona de difícil conquista, fue lo que dijo. Después un discurso ciertamente inconexo, con pinceladas de aquí y de allá, y al final no contestó a nada.
Que Esperanza tiene una vena cómica como la copa de un pino es algo que no nos es ajeno, después de sus memorables intervenciones que dieron lugar a alguna chanza sin credibilidad -como aquella del Guggenheim- y al estupor de Santiago Segura al ver que la por aquel entonces ministra no sabía quién era. Y ahora, esta vena cómica la saca dando rienda suelta a esos chistes que cuenta con un gracejo que ya quisiera para sí Chiquito de la Calzada, Sarkosillas incluídas.
Por eso, Esperanza Aguirre pasará a los anales de la historia del humor español, junto con Pepe Viyuela, Arévalo, Quique Camoiras, Pajares y Esteso, Alfredo Landa y los Payasos de la tele. Aunque si Esperanza pregunta "¿cómo están ustedes?" la respuesta probablemente sería muy distinta.

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