viernes, 19 de septiembre de 2008

Insultando con un poco de clase.

El comentario deriva directamente del anterior. En el mencionado foro uno de los internautas insultaba a diestro y siniestro a todos los que no compartían su opinión, pues para él "el perro de mierda" no se merece mayor consideración. No habría entrado al trapo si en una de sus intervenciones no se hubiese quejado, de entre todos los males que asuelan nuestro pais, de la mala educación.
No sé lo que mi colega forero entiende por mala educación, pero yo, que soy un purista, entiendo lo siguiente: me parece de mala educacón hacer caso omiso de las normas de ortografía que para mí alcanzan el rango de leyes; me parece mala educación no respetar la más mínima corrección sintáctica, y me parece mala educación mentar a la madre de aquellos que participan en un foro público si su opinión no coincide con la de uno.
No quiero decir que el insulto, el insulto liberador clásico y de toda la vida, no sea respetable en determinadas ocasiones. Un "imbécil" soltado a tiempo puede prevenir catástrofes mayores, y sacar de dentro toda esa inquina de forma verbal puede servir para evitar males físicos mucho más perjudiciales para la salud. Ahora bien, llamar "subnormal" a alguien por el mero hecho de no estar de acuerdo con su opinión me parece de muy mala educación, así como recomendarle -y cito literalmente- "meterse su querido diccionario por el culo" me parece que está de más.
Al margen de estas consideraciones que demuestran que mi cibernético interlocutor era una persona realmente maleducada, me asusta que todavía haya quién piensa de este modo y que añade como firma en sus mensajes un "Arriba España". Con los tiempos que corren, donde la cultura es más accesible que nunca, parece increible que todavía se den muestras facistoides entre la población más joven y supuestamente más educada.
Puestas las cosas en claro, si yo ahora digo "coño, menudo imbécil" no me pongo a su nivel. En primer lugar porque no insulto como arma de defensa, producto de mis inseguridades y complejos como es evidentemente el caso del ternasco falangistoide, sino como respuesta a un estímulo perfectamente analizado. Además, "coño" es una palabra perfectamente arraigada en el español, con una tradición oral -perdón por el juego de palabras- y escrita que la avala como interjección válida a la hora de mostrar exclamación; por otra parte, "imbécil" está empleada no como un término peyorativo, sino que como se recoge en "mi querido diccionario", define a alguien falto de entendimiento.
Ahora bien, si los términos parecen demasiado mundanos, ahí van unos cuantos que podrían servir perfectamente para definir al chaval y a todos los de su ralea: estultos, protervos, gaznápiros, ceporros, bodoques, mamelucos, zoquetes y pazguatos.

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